viernes, 14 de marzo de 2014

Hospital Virgen del toro en Máo



1 de noviembre de 2007. Festividad de Todos los Santos. A las dos y media de la madrugada, el guardia de seguridad del antiguo hospital Verge del Toro de Maó, de la empresa Trablisa, llama a la Guardia Civil para advertirle de la existencia de ruidos y movimientos extraños en el edificio, cerrado desde siete meses antes.

Teme que alguien esté robando en las plantas superiores. Pero, al llegar, los agentes descubren con sorpresa como las luces de la quinta planta, la reservada a enfermos psiquiátricos, se encienden y apagan sin explicación alguna. Así empieza el «episodio paranormal» del que fueron testigos seis guardias civiles y dos policías nacionales..

El calificado por el presentador Íker Jiménez como «documento histórico» fue redactado a las seis y cuarto de la mañana, justo al regreso del hospital, sin que los efectivos desplazados hasta la antigua Residència de Maó hallaran una explicación «razonable» de lo ocurrido.


Según consta en la diligencia, esgrimida por el presentador y ratificada en directo por un guardia civil testigo de los hechos, la primera patrulla que llegó al hospital oyó «ruidos, susurros y risas» en la última planta, pero inspeccionó por completo todas las estancias sin detectar nada raro.

No obstante, al persistir los movimientos, requirió primero la ayuda de la unidad fiscal, después de una pareja de policías nacionales y, por último, del servicio cinológico que, provisto de un perro, fue rastreando exhaustivamente las dependencias.

Todo transcurrió con aparente normalidad hasta que, al llegar el ascensor a la quinta planta, el perro se resistió a salir y su adiestrador concluyó que algo extraño ocurría. «Perplejos», los ocho efectivos de seguridad vieron como, en apenas diez minutos desde su última inspección, los muebles habían cambiado de lugar y al fondo del pasillo, a unos 20 metros de distancia, se divisaba la sombra de una mujer medio asomada en la esquina. Era una persona alta, de cabella largo, que iba descalza y ataviada con un camisón.


«Nos estaba observando», relata el guardia civil Daniel, que intervino en el programa para corroborar los hechos. Fue entonces cuando los agentes sacaron a relucir sus armas y, tras dos avisos infructuosos, encañonaron a la «sombra» y le instaron a identificarse. Pero ésta «hizo caso omiso» y «desapareció».

En ese momento, los guardias civiles se acercaron a la esquina y, sorprendidos, vieron que «no había nada». Algo «absolutamente inexplicable», ya que la planta psiquiátrica tenía las ventanas selladas para evitar la fuga de cualquier interno. Ningún «ladrón» podría haber escapado.

El jefe de la unidad «quedó bloqueado» y, al redactar su informe, no pudo más que concluir que se trataba de «un episodio paranormal». Desde entonces, se han sucedido las denuncias por presencia de okupas y actos vandálicos en el antiguo hospital que han obligado a tapiar puertas y ventanas. El Verge del Toro lleva ya cinco años y medio cerrado.

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